Publicado en Brecha, 10 de octubre de 2014
Pretender descifrar cómo le ha ido a la “clase media” plantea, desde el inicio, una serie de problemas. Para mencionar sólo dos, ¿cómo le ha ido en qué sentido?, y ¿de qué hablamos cuando hablamos de “clase media”? Aquí me voy a concentrar en una esfera limitada como es la del ingreso de los hogares, lo que brinda además un criterio de definición: son hogares de clase media aquellos que cuyos ingresos los ubican “en el medio”. Limitarse a una definición basada en el ingreso supone dificultades relevantes –sobre las que volveré al final de la columna-, pero tiene la ventaja de delimitar un área sobre la que se pueden señalar algunos hechos más o menos objetivos que colaboren, por lo menos, a clarificar la discusión, y que permitan distinguir lo que es opinable de lo que no lo es.
Hace casi diez años el Frente Amplio asumió el gobierno con
un mandato claro respecto a la necesidad de combatir la pobreza y avanzar en la
construcción de una sociedad menos desigual. Ambas cosas pueden lograrse a la
vez si se produce un crecimiento pro-pobre,
esto es la combinación de crecimiento en el ingreso medio con redistribución
progresiva. Y ello fue lo que ocurrió en Uruguay en los últimos años. Según
informa el INE, entre 2006 y 2013 el ingreso de los hogares uruguayos creció un
42% en términos reales, o lo que es igual, a una tasa acumulativa anual del
5,2%[1];
en tanto los hogares bajo la línea de pobreza pasaron del 24,2% al 7,8% del
total. Esta mejora en la pobreza se vio facilitada por una caída en la
desigualdad de ingreso que, medida por el índice de Gini, se redujo de 0,455 a
0,384, un cambio nada desdeñable[2].
¿Pero cómo afectó esta reducción de la desigualdad a la clase media?
El incremento de la participación en el ingreso total de los
hogares de menores ingresos supone necesariamente una reducción de la
participación de los hogares con ingresos superiores. Sin embargo, éstos pueden
ser hogares de ingresos altos o medios. El Cuadro 1 ilustra estas posibilidades.
Partiendo de una distribución cualquiera, que en nuestro ejemplo es la que
tenía Uruguay en 2006, puede arribarse a diferentes escenarios de menor
desigualdad. En el escenario 1, los hogares de los tres primeros deciles
incrementan su participación en el ingreso total “a costa” de los hogares de
los deciles cinco a ocho -que la reducen-, mientras el 20% de los hogares de
mayores ingresos –deciles nueve y diez- mantienen su participación constante.
En el escenario 2, los tres primeros deciles incrementan su participación, los
deciles cuatro a ocho se mantienen igual que en el punto de partida, y son los
últimos dos deciles los que “pagan” la reducción de la desigualdad. Finalmente,
en el escenario 3, los ocho primeros deciles incrementan su participación y los
dos últimos la reducen.
Cuadro 1:
Participación de cada decil en el ingreso total en diferentes escenarios de
reducción de la desigualdad
|
||||
Punto de
partida
|
Escenario 1
|
Escenario 2
|
Escenario 3
|
|
Decil 1
|
2
|
3
|
3
|
3
|
Decil 2
|
4
|
5
|
5
|
5
|
Decil 3
|
5
|
6
|
6
|
6
|
Decil 4
|
6
|
6
|
6
|
7
|
Decil 5
|
7
|
6
|
7
|
8
|
Decil 6
|
8
|
7
|
8
|
10
|
Decil 7
|
10
|
9
|
10
|
11
|
Decil 8
|
12
|
11
|
12
|
12
|
Decil 9
|
16
|
16
|
15
|
14
|
Decil 10
|
32
|
32
|
28
|
24
|
Gini
|
0,41
|
0,37
|
0,34
|
0,29
|
Fuente: Elaboración propia
|
Como el cuadro 1 permite apreciar, el saber que entre 2006 y
2013 se redujo la pobreza y la desigualdad nada nos dice a priori sobre quién vio mermar su participación en el ingreso
total. Pudieron haber sido tanto los sectores medios como los altos los que hayan
salido “perjudicados”[3]
por el estilo de crecimiento pro-pobre
que se observó en el país. De modo que vale la pena preguntarse sobre cómo le
ha ido a la clase media en estos años.
La caída del índice de Gini se explica porque el ingreso
creció a diferentes velocidades para hogares con distinto nivel de ingreso, dando
lugar a una nueva estructura de la distribución por deciles. En el Cuadro 2 se
presenta la participación de cada decil en el ingreso total en 2006 y 2003
(columnas 1 y 2), la tasa de variación anual del ingreso (columna 3) y la
variación acumulada en el período (columna 4), el ingreso medio de los hogares
por decil en 2006 y 2013 –expresado en pesos de 2013- (columna 6), y los
resultados de una ejercicio contrafactual en que se estimó el ingreso medio por
decil en 2013 suponiendo que la mejora de la desigualdad no se hubiera producido,
y que cada decil hubiera captado en 2013 la misma proporción del ingreso total
que captó en 2006 (columna 7).
Cuadro 2:
Indicadores relativos a la evolución de los ingresos y su distribución por
deciles en Uruguay entre 2006 y 2013
|
|||||||
Participación
en el ingreso total
|
Tasa de
variación anual
|
Variación
del período
|
Ingreso
medio por hogar (pesos de 2013)
|
||||
2006
|
2013
|
2003-2013
|
2003-2013
|
2006
|
2013
|
2013
Contrafactual*
|
|
(1)
|
(2)
|
(3)
|
(4)
|
(5)
|
(6)
|
(7)
|
|
Decil 1
|
2%
|
3%
|
9,9%
|
94%
|
7.216
|
14.016
|
10.278
|
Decil 2
|
4%
|
5%
|
9,0%
|
83%
|
11.480
|
21.024
|
16.352
|
Decil 3
|
5%
|
6%
|
8,5%
|
77%
|
14.761
|
26.163
|
21.024
|
Decil 4
|
6%
|
7%
|
7,7%
|
68%
|
18.041
|
30.368
|
25.696
|
Decil 5
|
7%
|
8%
|
7,1%
|
62%
|
21.649
|
35.040
|
30.835
|
Decil 6
|
8%
|
9%
|
6,8%
|
59%
|
25.913
|
41.113
|
36.908
|
Decil 7
|
10%
|
10%
|
6,1%
|
51%
|
31.161
|
47.187
|
44.383
|
Decil 8
|
12%
|
12%
|
5,6%
|
46%
|
39.033
|
56.998
|
55.596
|
Decil 9
|
16%
|
15%
|
4,5%
|
36%
|
52.482
|
71.481
|
74.751
|
Decil 10
|
32%
|
26%
|
2,1%
|
16%
|
106.276
|
122.872
|
151.371
|
Total
|
100%
|
100%
|
5,2%
|
42%
|
32.801
|
46.719
|
46.719
|
(*) Estimación del ingreso medio por
decil de los hogares suponiendo que no se hubieran producido cambios en la
desigualdad, esto es mantenido constante la distribución por deciles del año
2006 (columna 1)
Fuente: Calculado en base a datos
publicados por el INE
|
Del cuadro surge con claridad que, como ya señalamos,
durante el período se observó un crecimiento pro-pobre, esto es, que benefició a los sectores de menores
ingresos en una proporción mayor que al conjunto. Efectivamente, mientras el
ingreso medio creció en algo más del 40%, el de los dos primeros deciles estuvo
cerca de duplicarse en el mismo período. En el otro extremo, los hogares cuyo
ingreso los ubicaba en el último decil, se vieron perjudicados por la reducción
de la desigualdad. En su caso el ingreso también creció, pero lo hizo a una
tasa que fue menos de la mitad del promedio, por lo que su ingreso aumentó “sólo”
un 16% en todo el período[4].
¿Pero qué decir de la “clase media”?
Desde el punto de vista del ingreso, parece razonable
sostener que un hogar de clase media será aquel que se ubica en torno al
ingreso mediano[5],
es decir que hay tantos hogares con ingresos inferiores como hogares con
ingresos superiores a él. El hogar con ingreso mediano se ubicaría entre los
deciles 5 y 6. Parece claro que para ellos la reducción de la desigualdad
también tuvo un efecto beneficioso, ya que su ingreso creció en el entorno al
7% anual, una tasa superior al promedio, lo que les permitió incrementar su
ingreso en una cifra cercana al 60% para todo el período. Si la reducción de la
desigualdad no se hubiera producido, en 2013 su ingreso hubiera sido entre un 10% y un 15% inferior. Pero incluso
hogares con ingresos claramente superiores al ingreso mediano, como los de los
deciles 7 y 8, salieron gananciosos del proceso de reducción de la desigualdad.
De hecho, como muestra el ejercicio contrafactual (Cuadro 2, columna 7) el 70%
de los hogares –los siete primeros deciles- hubieran tenido en 2013 un ingreso
inferior de no haberse producido la reducción de la desigualdad. Respecto al
30% de mayores ingresos, sólo del último decil puede decirse que fue perjudicado
por la mejora en la distribución, en tanto los ingresos de los hogares ubicados
en los deciles 8 y 9 se vieron poco afectados por el proceso redistributivo, ya
que crecieron a un ritmo similar al promedio. En suma, lo ocurrido entre los
años 2006 y 2013 se asemeja más bien al tercero de los escenarios presentados
en el Cuadro 1.
Parece claro, entonces, que para cualquier definición
razonable de clase media en que el nivel de ingresos tenga un lugar importante,
este sector no sólo no “pagó” la reducción de la pobreza, sino que se vio
beneficiado por la reducción de la desigualdad, aunque en un grado menor que
los hogares más pobres. ¿Cómo explicar entonces que se siga sosteniendo que la
clase media no fue beneficiada –o que incluso fue perjudicada- por el estilo de
crecimiento pro-pobre de los últimos
años? Una posible respuesta radica en el hecho de que para que un hogar se
ubique en el noveno, o incluso décimo decil, no se requiere, ni mucho menos,
que sus integrantes sean “ricos”. Una pareja de profesionales, pequeños
empresarios, empleados bien remunerados –como los bancarios-, o profesores
universitarios, acumulan un nivel de ingresos suficiente para ubicar su hogar
en el 20% o 10% de la cúspide, aunque ellos no lo perciban. Por su conciencia
de no ser ricos y su estilo de vida suelen considerarse miembros de la clase
media, como si hubiera tanta gente con ingresos superiores a ellos como los hay
con ingresos inferiores. Pero no es así, no los hay.
[1] Se trata
de una magnitud similar a la del PIB, que creció en esos años al 5,7% anual.
[2]
Utilizamos los datos publicados por el INE. El Instituto de Economía (IECON)de
la FCEA-UDELAR, calcula la distribución del ingreso mediante una metodología diferente,
lo que conduce a un resultado algo distinto en el valor del índice, pero con
una caída de similar magnitud.
[3] En
realidad hay buenas razones teóricas y empíricas para sostener que vivir en una
sociedad con desigualdad moderada es mejor para todos.
[4] Por otra
parte, y dada la experiencia histórica del país, un crecimiento del 2,1%
acumulativo anual no es despreciable.
[5] No
confundir con ingreso medio.
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