jueves, 9 de octubre de 2014

Crecimiento y desigualdad. ¿Cómo le ha ido a la clase media?

Publicado en Brecha, 10 de octubre de 2014


Pretender descifrar cómo le ha ido a la “clase media” plantea, desde el inicio, una serie de problemas. Para mencionar sólo dos, ¿cómo le ha ido en qué sentido?, y ¿de qué hablamos cuando hablamos de “clase media”? Aquí me voy a concentrar en una esfera limitada como es la del ingreso de los hogares, lo que brinda además un criterio de definición: son hogares de clase media aquellos que cuyos ingresos los ubican “en el medio”. Limitarse a una definición basada en el ingreso supone dificultades relevantes –sobre las que volveré al final de la columna-, pero tiene la ventaja de delimitar un área sobre la que se pueden señalar algunos hechos más o menos objetivos que colaboren, por lo menos, a clarificar la discusión, y que permitan distinguir lo que es opinable de lo que no lo es.
Hace casi diez años el Frente Amplio asumió el gobierno con un mandato claro respecto a la necesidad de combatir la pobreza y avanzar en la construcción de una sociedad menos desigual. Ambas cosas pueden lograrse a la vez si se produce un crecimiento pro-pobre, esto es la combinación de crecimiento en el ingreso medio con redistribución progresiva. Y ello fue lo que ocurrió en Uruguay en los últimos años. Según informa el INE, entre 2006 y 2013 el ingreso de los hogares uruguayos creció un 42% en términos reales, o lo que es igual, a una tasa acumulativa anual del 5,2%[1]; en tanto los hogares bajo la línea de pobreza pasaron del 24,2% al 7,8% del total. Esta mejora en la pobreza se vio facilitada por una caída en la desigualdad de ingreso que, medida por el índice de Gini, se redujo de 0,455 a 0,384, un cambio nada desdeñable[2]. ¿Pero cómo afectó esta reducción de la desigualdad a la clase media?
El incremento de la participación en el ingreso total de los hogares de menores ingresos supone necesariamente una reducción de la participación de los hogares con ingresos superiores. Sin embargo, éstos pueden ser hogares de ingresos altos o medios. El Cuadro 1 ilustra estas posibilidades. Partiendo de una distribución cualquiera, que en nuestro ejemplo es la que tenía Uruguay en 2006, puede arribarse a diferentes escenarios de menor desigualdad. En el escenario 1, los hogares de los tres primeros deciles incrementan su participación en el ingreso total “a costa” de los hogares de los deciles cinco a ocho -que la reducen-, mientras el 20% de los hogares de mayores ingresos –deciles nueve y diez- mantienen su participación constante. En el escenario 2, los tres primeros deciles incrementan su participación, los deciles cuatro a ocho se mantienen igual que en el punto de partida, y son los últimos dos deciles los que “pagan” la reducción de la desigualdad. Finalmente, en el escenario 3, los ocho primeros deciles incrementan su participación y los dos últimos la reducen.
Cuadro 1: Participación de cada decil en el ingreso total en diferentes escenarios de reducción de la desigualdad
Punto de partida
Escenario 1
Escenario 2
Escenario 3
Decil 1
2
3
3
3
Decil 2
4
5
5
5
Decil 3
5
6
6
6
Decil 4
6
6
6
7
Decil 5
7
6
7
8
Decil 6
8
7
8
10
Decil 7
10
9
10
11
Decil 8
12
11
12
12
Decil 9
16
16
15
14
Decil 10
32
32
28
24
Gini
0,41
0,37
0,34
0,29
Fuente: Elaboración propia

Como el cuadro 1 permite apreciar, el saber que entre 2006 y 2013 se redujo la pobreza y la desigualdad nada nos dice a priori sobre quién vio mermar su participación en el ingreso total. Pudieron haber sido tanto los sectores medios como los altos los que hayan salido “perjudicados”[3] por el estilo de crecimiento pro-pobre que se observó en el país. De modo que vale la pena preguntarse sobre cómo le ha ido a la clase media en estos años.
La caída del índice de Gini se explica porque el ingreso creció a diferentes velocidades para hogares con distinto nivel de ingreso, dando lugar a una nueva estructura de la distribución por deciles. En el Cuadro 2 se presenta la participación de cada decil en el ingreso total en 2006 y 2003 (columnas 1 y 2), la tasa de variación anual del ingreso (columna 3) y la variación acumulada en el período (columna 4), el ingreso medio de los hogares por decil en 2006 y 2013 –expresado en pesos de 2013- (columna 6), y los resultados de una ejercicio contrafactual en que se estimó el ingreso medio por decil en 2013 suponiendo que la mejora de la desigualdad no se hubiera producido, y que cada decil hubiera captado en 2013 la misma proporción del ingreso total que captó en 2006 (columna 7).
Cuadro 2: Indicadores relativos a la evolución de los ingresos y su distribución por deciles en Uruguay entre 2006 y 2013
Participación en el ingreso total
Tasa de variación anual
Variación del período
Ingreso medio por hogar (pesos de 2013)
2006
2013
2003-2013
2003-2013
2006
2013
2013
Contrafactual*

(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
Decil 1
2%
3%
9,9%
94%
7.216
14.016
10.278
Decil 2
4%
5%
9,0%
83%
11.480
21.024
16.352
Decil 3
5%
6%
8,5%
77%
14.761
26.163
21.024
Decil 4
6%
7%
7,7%
68%
18.041
30.368
25.696
Decil 5
7%
8%
7,1%
62%
21.649
35.040
30.835
Decil 6
8%
9%
6,8%
59%
25.913
41.113
36.908
Decil 7
10%
10%
6,1%
51%
31.161
47.187
44.383
Decil 8
12%
12%
5,6%
46%
39.033
56.998
55.596
Decil 9
16%
15%
4,5%
36%
52.482
71.481
74.751
Decil 10
32%
26%
2,1%
16%
106.276
122.872
151.371
Total
100%
100%
5,2%
42%
32.801
46.719
46.719
(*) Estimación del ingreso medio por decil de los hogares suponiendo que no se hubieran producido cambios en la desigualdad, esto es mantenido constante la distribución por deciles del año 2006 (columna 1)
Fuente: Calculado en base a datos publicados por el INE

Del cuadro surge con claridad que, como ya señalamos, durante el período se observó un crecimiento pro-pobre, esto es, que benefició a los sectores de menores ingresos en una proporción mayor que al conjunto. Efectivamente, mientras el ingreso medio creció en algo más del 40%, el de los dos primeros deciles estuvo cerca de duplicarse en el mismo período. En el otro extremo, los hogares cuyo ingreso los ubicaba en el último decil, se vieron perjudicados por la reducción de la desigualdad. En su caso el ingreso también creció, pero lo hizo a una tasa que fue menos de la mitad del promedio, por lo que su ingreso aumentó “sólo” un 16% en todo el período[4].
¿Pero qué decir de la “clase media”?
Desde el punto de vista del ingreso, parece razonable sostener que un hogar de clase media será aquel que se ubica en torno al ingreso mediano[5], es decir que hay tantos hogares con ingresos inferiores como hogares con ingresos superiores a él. El hogar con ingreso mediano se ubicaría entre los deciles 5 y 6. Parece claro que para ellos la reducción de la desigualdad también tuvo un efecto beneficioso, ya que su ingreso creció en el entorno al 7% anual, una tasa superior al promedio, lo que les permitió incrementar su ingreso en una cifra cercana al 60% para todo el período. Si la reducción de la desigualdad no se hubiera producido, en 2013 su ingreso hubiera sido  entre un 10% y un 15% inferior. Pero incluso hogares con ingresos claramente superiores al ingreso mediano, como los de los deciles 7 y 8, salieron gananciosos del proceso de reducción de la desigualdad. De hecho, como muestra el ejercicio contrafactual (Cuadro 2, columna 7) el 70% de los hogares –los siete primeros deciles- hubieran tenido en 2013 un ingreso inferior de no haberse producido la reducción de la desigualdad. Respecto al 30% de mayores ingresos, sólo del último decil puede decirse que fue perjudicado por la mejora en la distribución, en tanto los ingresos de los hogares ubicados en los deciles 8 y 9 se vieron poco afectados por el proceso redistributivo, ya que crecieron a un ritmo similar al promedio. En suma, lo ocurrido entre los años 2006 y 2013 se asemeja más bien al tercero de los escenarios presentados en el Cuadro 1.
Parece claro, entonces, que para cualquier definición razonable de clase media en que el nivel de ingresos tenga un lugar importante, este sector no sólo no “pagó” la reducción de la pobreza, sino que se vio beneficiado por la reducción de la desigualdad, aunque en un grado menor que los hogares más pobres. ¿Cómo explicar entonces que se siga sosteniendo que la clase media no fue beneficiada –o que incluso fue perjudicada- por el estilo de crecimiento pro-pobre de los últimos años? Una posible respuesta radica en el hecho de que para que un hogar se ubique en el noveno, o incluso décimo decil, no se requiere, ni mucho menos, que sus integrantes sean “ricos”. Una pareja de profesionales, pequeños empresarios, empleados bien remunerados –como los bancarios-, o profesores universitarios, acumulan un nivel de ingresos suficiente para ubicar su hogar en el 20% o 10% de la cúspide, aunque ellos no lo perciban. Por su conciencia de no ser ricos y su estilo de vida suelen considerarse miembros de la clase media, como si hubiera tanta gente con ingresos superiores a ellos como los hay con ingresos inferiores. Pero no es así, no los hay.



[1] Se trata de una magnitud similar a la del PIB, que creció en esos años al 5,7% anual.
[2] Utilizamos los datos publicados por el INE. El Instituto de Economía (IECON)de la FCEA-UDELAR, calcula la distribución del ingreso mediante una metodología diferente, lo que conduce a un resultado algo distinto en el valor del índice, pero con una caída de similar magnitud.
[3] En realidad hay buenas razones teóricas y empíricas para sostener que vivir en una sociedad con desigualdad moderada es mejor para todos.
[4] Por otra parte, y dada la experiencia histórica del país, un crecimiento del 2,1% acumulativo anual no es despreciable.
[5] No confundir con ingreso medio.

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